El 20 de noviembre de 1989 algunas cosas empezaron a cambiar. Ese día, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CIDN). La CIDN es un conjunto de normas acordadas que deben respetar todos los países que la firmaron y ratificaron. Sus artículos proponen nuevos aportes a los contenidos en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959. Y fundamentalmente avanza en el aspecto jurídico, al hacer a los Estados firmantes "jurídicamente" responsables de su cumplimiento.Básicamente, deja atrás la vieja concepción de que las personas menores de dieciocho años son incapaces o incompletas. Por el contrario, ahora pasa a considerarlas sujetos de derechos, es decir, capaces de ejercerlos y exigirlos, sujetos con plena ciudadanía: son seres humanos y los destinatarios de sus propios derechos.Ese cambio simboliza un paso cualitativo al introducir la obligación de actuar de los gobiernos que la ratifican. Por eso se dice que es vinculante, lo cual significa que, además de reconocer los derechos de la infancia y la adolescencia, los gobiernos tienen que poner todos los medios a su alcance para que se hagan realidad.
A 20 años de aquel compromiso mundial, debemos repasar los derechos que consagra la CIDN en su texto, la realidad de esos millones de chicos en el país y cómo garantizar el cumplimiento de esas obligaciones que tienen los estados con los niños, niñas y adolescentes.¿Qué cambió? ¿Qué cosas mejoraron en relación a los derechos de la niñez y la adolescencia? Y ¿qué desafíos siguen pendientes?
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